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Los niños de Nueva York necesitan y merecen un maestro(a) muy efectivo en todas las clases.


Investigaciones de gran alcance indican que la calidad del maestro(a) de un alumno importa más que cualquier otro factor en una escuela. Como escribió Nicholas Kristof en el New York Times:

“Contar con un buen maestro de cuarto grado hace que las posibilidades de que un estudiante vaya a la universidad aumenten un 1.25 por ciento y que las posibilidades de que una adolescente quede embarazada disminuyan un 1.25 por ciento, según señalan las investigaciones. Cada estudiante pasará a ganar de adulto, en promedio, $25,000 más en el curso de su vida (o aproximadamente $700,000 en ingresos para una generación de tamaño promedio), todo gracias a ese excelente docente de cuarto grado”.

Sin embargo, durante décadas las leyes, los reglamentos y los contratos gremiales del estado de Nueva York no han hecho nada para promover la calidad maestros. Los recientes cambios en la ley de evaluación de maestros son un primer paso en la dirección correcta, pero tendrán poco impacto si no implementamos nuevas y mejores formas de selección, retención y gratificación de los educadores más talentosos. Necesitamos garantizar que los maestros en formación reciban observaciones y comentarios significativos. También necesitamos reconocer que la docencia es uno de los trabajos más difíciles y que no es justo para nuestros niños permitir que maestros inefectivos permanezcan en la clase año tras año.

El futuro de nuestros niños es demasiado importante. Haga clic aquí para saber más sobre cómo promover la profesión y mejorar la calidad de los maestros para todos los estudiantes de Nueva York.

Todas las familias merecen tener acceso a una escuela excelente, independientemente de su código postal o estado socioeconómico.


Hay demasiadas ciudades y demasiados vecindarios en los que los padres no tienen acceso a escuelas de alta calidad educativa. En términos generales, hace tiempo que los formuladores de políticas se resignaron a las escuelas de calidad en las comunidades prósperas y a la mediocridad, o peor que eso, para todo el resto de la población. No debiera ser así. Cada vez más escuelas están demostrando que, con esfuerzo, innovación y, en muchos casos, descartando las antiguas políticas inservibles, nuestro sistema educativo tiene el poder de hacer lo correcto incluso por los niños que se encuentran en las circunstancias más problemáticas. Es cierto que estas escuelas representan un desafío para el orden establecido. Necesitamos más opciones de escuelas para las familias, no menos: los niños no deberían depender de un sorteo o de la capacidad de sus padres de comprar una casa en determinado vecindario para recibir una educación de excelencia.

Haga clic aquí para saber más sobre cómo ofrecerles a todas las familias del estado de Nueva York una opción de escuela de alta calidad.

Se debe mejorar la gestión de nuestros sistemas escolares y los fondos de educación se deben gastar en la case, no en despilfarros burocráticos.


¿Sabía que en nuestro estado hay casi 700 distritos escolares, y otras tantas burocracias individuales, y que más de una cuarta parte de ellos brinda educación a menos de 1,000 estudiantes? ¿O que existen distritos escolares urbanos enteros sin una sola escuela de prestigio? Nueva York gasta por alumno más dinero que cualquier otro estado del país, pero no contamos con resultados que lo demuestren. Un motivo importante de ello son los niveles de burocracia y mal funcionamiento que se extienden por los distritos escolares de todo el estado. Necesitamos un cambio drástico para reducir la cantidad de dinero que se gasta en burocracia y mandatos innecesarios y aumentar el flujo de dólares que llega a la clase. Y necesitamos considerar seriamente la reforma de las estructuras básicas de gestión de los distritos escolares más problemáticos, en donde la política ha generado parálisis, una vacío de responsabilidad y la ausencia de políticas con un rumbo claro.

Haga clic aquí para saber más sobre la manera de hacer que nuestros sistemas escolares sean eficaces para los niños a los que atienden.